Fotografía en México: reflexiones críticas
La propuesta era simple. Organizar a un conjunto de escritores para que reflexionaran sobre las imágenes de una exposición. ¿Que cosa tan sencilla, como parece… sobre todo en tiempos de guerra? Mi propuesta a los escritores, entre ellos artistas políticos, poetas, intelectuales, fue también sencilla: tomar una imagen o un conjunto de imágenes y, teniendo las imágenes como punto de partida, escribir sobre el México “contemporáneo”. A todos nos pagaron para este trabajo, y dicen que la guerra es mala para los negocios. Durante las próximas dos semanas, aparecerán en este espacio estas reflexiones, por las cuales se pagaron 150 dólares a los y las escritoras por sus contribuciones, y a mi me pagaron 750 dólares por editarlas y 750 dólares para traducirlas (de los cuales he pagado 250 dólares a un amigo por traducir al español los dos artículos originalmente escritos en inglés). Este párrafo, sin embargo, fue traducido de forma gratuita, porque somos amigos. “Valor” y lo “contemporáneo”: dos largos, oscuros, profundos, negros hoyos que se hunden en la tierra, retorciéndose en una violencia furiosa uno alrededor del otro. Fue importante para mí, influido por la obra de la poeta, traductora y promotora de justicia lingüística, Jen Hofer, que este espacio de blog se convirtiera, por un breve momento, en uno bilingüe. Fue importante para mí tener este espacio para hacerlo, teniendo en cuenta los pocos espacios en los que se puede hablar y hablar abiertamente sobre el México “contemporáneo”. Fue importante para mí como feminista que la mayoría de las/los escritoras seleccionadas/os para este proyecto fueran feministas. He notado que normalmente en los grandes museos urbanos los textos de sala de cualquier exposición no son bi-, tri- o de ningún otro múltiplo de lingual, aunque podemos imaginarnos que muchos hablantes de inglés no nativos moviéndose a través de estos espacios. Esto plantea la cuestión del público. ¿Quién es el público para una exposición? En el New York Times, hace unas semanas hubo un artículo dedicado a la sorpresa de aquellos en la comunidad financiera en los Estados Unidos que a pesar de que 40 mil personas han sido asesinadas desde 2006 en México, las maquiladoras y las otras industrias a lo largo de la frontera están generando excelentes ganancias. Este público está dispuesto a invertir más. En una economía orientada a la exportación como la que se desarrolla actualmente en México, los objetos se mueven de un lado de la frontera a otra (jeans, auto partes, drogas, obras de arte), a sus mercados y a los centros donde sus precios se inflan antes del consumo (desde los departamentos de mercadotecnia de Levi’s y Ford, en las esquinas de las calles, en los museos). En lugar de decir que la guerra es mala para los negocios, vamos a preguntar, por algo opuesto, quién es el público para la guerra. O vamos a preguntar cómo la guerra agrega valor a los activos. Este sería mi “contemporáneo”. En los días que siguen, acompáñanos aquí para conocer otras versiones de éste.
Brian Whitener está doctorando en Romance Languages en la University of Michigan. Proyectos recientes: False Intimacy (Trafficker Press), De gente común: Arte, política y rebeldía social (Universidad Autónoma de la Ciudad de México), The Unreal, Silver-Plated Book (Departamento de Ficción), y Genocide in the Neighborhood (ChainLinks). Es el editor de Displaced Press.